03.12.13 |
15:12h. EUROPA PRESS | MADRID
El Tribunal Supremo revisará mañana
a puerta cerrada la primera sentencia condenatoria impuesta por un tribunal
español para castigar por un delito de lesiones a la madre de una niña de tres
años que sufrió un caso de ablación cometido fuera del territorio nacional.
La resolución, dictada el pasado mes de abril por la
Audiencia Nacional, impuso una pena de dos años de cárcel a Fatoumata Dubo,
ciudadana nacida en la localidad senegalesa de Bantantinity, por permitir la
mutilación genital de su hija, que se produjo en su aldea natal.
Los magistrados consideraron probado que la
extirpación del clítoris, por la que la menor tendrá que ser operada a causa de
la obturación de los labios menores, fue "causada directamente por la
acusada o por otra persona con su consentimiento, antes de venir a España, como
consecuencia de motivos religiosos y culturales imperantes en las zonas rurales
de Senegal".
La mutilación, por la que la Fiscalía llegó a pedir
una pena de siete años de cárcel, fue descubierta en el centro de atención
primaria de Premiá de Mar (Barcelona) en el curso de una exploración a la que
la menor fue sometida en cumplimiento del protocolo de actuación de niños
inmigrantes.
El tribunal señaló igualmente que el consentimiento es
suficiente para justificar la condena de la madre, aunque considera como
atenuante que "ignoraba que la mutilación genital de su hija constituía un
delito no sólo dentro de España, sino incluso fuera de ella". El padre fue
absuelto porque no se probó que estuviera en Senegal en el momento de los
hechos.
LOS PADRES NO SE SORPRENDIERON
Uno de los enfermeros del centro asistencial catalán
declaró durante el juicio oral que los padres no mostraron una "especial
sorpresa" cuando se les comunicó la existencia de la mutilación y que
incluso defendieron esta práctica como "un hecho cultural en África",
hasta el punto de hablar de ella "con normalidad".
Los peritos médicos que comparecieron durante la vista
también señalaron que la ablación, que pudo ser cometida por "un profano
de la medicina en una aldea de Senegal, según la Fiscalía, suele
"necesitar muchos días de curación, incluso meses, pudiendo producirse
durante ese periodo infinidad de infecciones, algunas de ellas mortales".
La acusada, sin embargo, aseguró en su lengua natal,
el mandinga, que tuvo conocimiento de la mutilación en el propio centro médico
y que le causó "una profunda tristeza", ya que ella "nunca"
habría permitido esta práctica. El enfermero, sin embargo, apuntó que la propia
madre le reconoció que ella misma había sufrido esta lesión por tratarse de
"las costumbres imperantes en ese aspecto en las zonas rurales de su país".
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“Según mi opinión personal pienso que la ablación es
una completa locura salvaje, aunque sea “costumbre imperante de su país”, fuera
de todo lo natural para nuestra sociedad y para los que quieran vivir en esta
comunidad.
Es una falta de humanidad y respeto hacia la mujer
pues es una forma de quitarle el derecho a una sexualidad normal. Es un
maltrato de género en toda regla no podemos quedarnos con los brazos cruzados ante
tales actos porque somos una sociedad civilizada.
O no?”
Laura Cristóbal Sola
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