El ser humano ha evolucionado de una manera
que todavía nos resulta utópica, pues tales han sido sus hazañas y progresos.
Sin embargo, nuestra raza es increíble por sus virtudes y por sus defectos.
Quizás, haya sido este magno crecimiento el detonante de nuestras a veces incomprensibles
convicciones de convivencia.
Dicen que somos el único animal capaz de
comunicarse verbalmente, capaz de haber desarrollado desde el antiquísimo Australopithecus un lenguaje oral y escrito mediante el cual
expresamos un mensaje (algunos lo intentamos).
En cierto modo,
también somos el único animal capaz de matar por placer, por traición, por
infinidad de causas que difieren de la mera supervivencia, característica del
Reino animal. Es por eso que afirmo que el hombre surgió para encarnar y forjar
las aptitudes del bien y del mal, y que la Tierra, nuestro planeta, es el
escenario y mayor testigo de ello.
Sabido esto,
considero conveniente comenzar con un tema muy presente en nuestras vidas, pero
que en cambio resulta muy arraigado en el pensamiento humano: Igualdad de
género.
Son pocos los días
que pasan sin escuchar noticias en referencia
a un nuevo caso de maltrato a la mujer, ya sea de rango violador,
económico, psicológico… Lo más grave no es el fuerte contenido del hecho, sino
la frecuencia con que se repiten los mismos. No es fácil concebir una sociedad
totalmente igualitaria, sólo tenemos que atender a la actual; A priori, todo
ciudadano es igual ante la justicia. No es así en cuanto a su escalón social,
puesto que se ve alterado o no, a través del nivel económico y la propiedad del
individuo. A eso se le llama sociedad de clases.
Viendo esto me
sorprende que la cosa conmute en la sociedad de géneros. La mayoría se pregunta
el porqué, y yo personalmente sostengo
que el maltrato se expande contra la mujer porque el hombre adoptó desde sus
orígenes unas facultades físicas
superiores a las de la mujer. Con esto me refiero a que la composición
masculina suele singularizarse por atesorar una determinada robustez,
comúnmente de mayor tamaño y, sobre todo, poseen un inalcanzable grado de
agresividad. Incomparable. Ahí encuentro mi explicación; el hombre aprovecha su
postura de agresor siendo consciente de la debilidad o inferior fuerza de su
víctima. Si a esto le añadimos la constante necesidad de demostración de la
bravura viril. Por contraposición, también se han dado sucesos en los que el
género masculino adquiere el papel de vulnerado.
Un ejemplo a la inversa lo podemos encontrar en este artículo
En diversas zonas de
África y el continente asiático, donde la religión islámica resulta preponderante
se continúa practicando la ablación, una forma de extirpar y cerrar los órganos
genitales femeninos, en busca de la supresión de la complacencia sexual en la
mujer. Mi opinión ante estos repugnantes y odiables episodios permanece
firmemente a favor de la caza de los autores de esta práctica infame.
Me agradaría
coexistir en un ambiente de igualdad porque es el legítimo camino de la
convivencia. A partir de esta base, todos deberíamos disfrutar del derecho a
hacernos un sitio en la vida mediante nuestros logros individuales. Si me
permiten, les voy a hacer una comparación: en un partido de fútbol ambos
equipos parten desde la equidad de cero goles (empate). Al final de éste, en
caso de victoria, se supone que el ganador es quién ha hecho mejor las cosas y
justo merecedor. A mi modo de ver, me
parecen ejemplificaciones similares que dilucidan mi mensaje.
Estamos tratando un tema trascendental en nuestra rutina que
afecta a la sociedad directa o indirectamente. ¿Qué debemos hacer, pues?,
cuando surge un problema sólo existe una forma de que desaparezco, y eso pasa
por resolverlo, sino no sería tal un problema. Por tanto, propongo la creación
de una asociación común que luche contra los maltratos a ambos géneros teniendo
como finalidad la erradicación de la violencia de género.
Es un objetivo mundial. Nuestra meta está en conseguir un mundo mejor. Cooperemos.
Extracto del discurso de Waris Dirie sobre la ablación femenina ante la ONU
Amo a mi madre, amo a mi familia y amo África. Desde hace más de 3000 años, las familias creen firmemente, que una joven a la que no se le ha hecho la ablación, es impura, porque lo que tenemos entre las piernas, es impuro y debe ser extirpado y cerrado después, como prueba de virginidad y virtud. La noche de bodas el marido coge una cuchilla o una navaja y corta antes de penetrar por la fuerza a su esposa.
Si no hace la ablación a una mujer no se casa y por consiguiente es expulsada de su aldea y se la trata como una una puta. Esta práctica continúa a pesar de que no figura en El Corán.
Es bien sabido que a consecuencia de esta mutilación las mujeres enferman psicológica y físicamente para el resto de sus vidas, esas mismas mujeres son la espina dorsal de África.
Yo sobreviví, pero mis dos de mis hermanas no; Sofía murió desangrada, después de ser mutilada y Amina falleció, en el parto, con el bebé aún en su vientre. Hasta qué punto se fortalecería nuestro continente si un ritual tan salvaje fuera abolido.
Existe un proverbio en mí país “El último camello de la fila, camina tan de prisa como el primero” lo que nos pase a cualquiera de nosotros, afecta a todos los demás. Cuando era una niña, decía que no quería ser mujer, ¿Para qué? Cuando sufres tanto dolor y eres tan desdichada, pero ahora que he madurado, estoy orgullosa de ser lo que soy. Por el bien de todos nosotros intentemos cambiar lo que significa ser una mujer.
David Checa Jr.
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